Este año más que nunca se confirman mis sospechas que lo que yo pensaba era pasajero y meras circunstancias, empieza a ser un sentimiento real y duradero. Eso sí, no paro de preguntarme como puedo haber llegado a temer o evitar algo o incluso no amar una cosa que de pequeña y que durante toda mi juventud he vivido con ilusión, como son las navidades. A mí un villancico acompasado con una botella del anís del mono me gustaba más que a un tonto un pirulí. Y ahora a mis 36 añazos es pensar en las navidades y tener sensación que me va a salir urticaria. Yo, la reina de las celebraciones familiares, del alboroto y la fiesta…en que portal de Belén deje mi espíritu, en que botella de anís se quedó mi alegría y énfasis pero sobre todo como […]