Últimamente cada vez que estoy cámara en mano o pasando unos días en familia me pongo muy reflexiva, analizo, pienso y saco algo que tenía olvidado o que simplemente el estrés del momento no me estaba dejando ver. Qué importante es a veces pararse y mirar con distancia o detenimiento. Ya sabéis que no tengo hermanos y no los tendré (soy atea y no creo en los milagros). Tener a mi segunda hija ha supuesto poder disfrutar y observar ese fenómeno que en su día seguramente añoré. Y digo seguramente, porque prometo no recordar con claridad si fue algo que echará mucho de menos o me creara frustración alguna. Y en confianza no me imagino otro y otra como yo, soy muy intensa y he tenido que dar yo guerra por un tubo.