Me supongo que hay muchas cosas o momentos con los que no contabas al convertirte en madre, pero sobre todo no contabas con tener momentos donde el alma te pida parar el reloj, porque la pena te apodera. Hoy escribo en la soledad de un piso sin ruido y en silencio, donde abro y cierro cajas con la automaticidad que lo hago desde hace casi siete años cada 5 meses.