Era bien pequeña cuando ya cruzaba en el Renault 5 del aitona toda la M30, mientras buscaba el “pirulí” . Siempre me pareció que aquella ciudad era monstruosamente gigante, normal por otra parte teniendo en cuenta que vivía en un pueblo de 300 habitantes, y que peinetaland era la ciudad más grande que había visto ante mis ojos. Con el paso de los años seguí pasando por el M30 en un Citroën BX y llegar a Madrid significaba haber recorrido la mitad el camino.