Una de las cosas que cambió para mí cuando fui madre, fue mi perspectiva de la ciudad donde vivía. Pase de adorar Barcelona a añorarla, a echar de menos sus teatros, sus restaurantes multicultares, sus rutas de tiendas de diseño alternativas, sus mil y un espectáculos. Si soy sincera me puse tal venda en los ojos que a poco más y mudarme a un pueblo me parecía un lujo sin fin. Aquella ciudad ya no era lo que había sido para mí.